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No pienses en un elefante rosa

28 abril, 2015
Elefantes Rosa

Si te digo “no pienses en un elefante rosa”, ¿qué es lo primero que te viene a la cabeza?

¿Acabas de ver la imagen de un paquidermo coloreado? Probablemente era uno más o menos parecido a Dumbo, porque esta figura ocupa un lugar destacado en nuestro imaginario colectivo.

La explicación es sencilla:

nuestro subconsciente no está preparado para procesar bien la palabra “NO” y además nuestra mente funciona en gran medida por imágenes. Cuando alguien te dice que no pienses en un elefante rosa tu subconsciente elimina la negación y pasa directamente a la imagen sugerida.

En psicología se habla de la teoría del proceso mental irónico. Este modelo trata de explicar por qué en ciertas ocasiones el intento deliberado de suprimir un pensamiento produce efectos paradójicos, dando lugar a un aumento en la frecuencia en la aparición del pensamiento que se pretendía eliminar. Esta teoría se está utilizando para combatir los traumas que pueden dejar situaciones de gran estrés como un accidente de coche o determinados episodios de la infancia.

Por otro lado, nuestra mente funciona muchas veces por imágenes. Es muy difícil suprimir todo pensamiento o imagen. En la película “Cazafantasmas” los protagonistas deben mantener la mente en blanco para evitar que la deidad sumeria “Gozer” cobre forma en la vida real a través de sus pensamientos. Para ocupar su mente en algo, un miembro del equipo, Ray, decide pensar en algo aparentemente inocuo: un muñeco de las cajas de cereales que comen los niños. De esta forma, nace el esponjoso Hombre de Malvavisco (Stay Puft Marshmallow Man, en inglés) como amenaza final para la ciudad de Nueva York.

Fotograma de "Gost Busters" (1894)

* fotograma de la película “Cazafantasmas” (1984)

¿Qué aplicación tiene lo expuesto en el campo de la argumentación jurídica? Muy sencillo: opta por las oraciones en positivo siempre que sea posible y juega con las imágenes a tu favor. Es aconsejable controlar el marco mental en el que se va mover el juez.

Si dices que la Sra. Pérez no se llevó documentación sensible del ordenador de la empresa, ¿qué imagen crees que va a venir al juez en primer lugar? ¿Y si dices que es falso que el actor de moda montara un escándalo y abandonara el rodaje? En la medida en que se pueda, es mejor decir que la Sra. Pérez siempre fue una empleada leal o que el actor siguió las órdenes del director.

Dilo mejor en positivo y regala al juez una imagen favorable de tu cliente.

Hay una tendencia en el mundo jurídico a redactar en sentido negativo. Abro el código civil y leo: “la costumbre sólo regirá en defecto de ley aplicable, siempre que no sea contraria a la moral o al orden público”, “la ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento”, “la condición de no hacer una cosa imposible se tiene por no puesta”.

Por mi práctica de litigios bancarios debo ejercitar muchas veces la acción de nulidad contractual por error en el consentimiento. Uno de los requisitos que exige la jurisprudencia es que el error “no debe ser inexcusable”. Ya está el terreno listo para los resbalones. En las conclusiones del juicio he visto varias veces cómo el abogado del banco se hacía un lío al explicar por qué el error del cliente es imperdonable. Es normal: una doble negación es anti-intuitiva. Es más fácil hablar de la irresponsabilidad o la negligencia del inversor.

Cuando llegamos al Tribunal Supremo y los recursos de casación la cosa se pone aún más divertida:

“No puede privarse de la acción a quien no ha podido ejercitarla por causa que no le es imputable, como es el desconocimiento de los elementos determinantes de la existencia del error en el consentimiento” (STS 12.1.2015)

Si has entendido esta frase a la primera, es que eres el único que de pequeño se comía todas las acelgas.

En ocasiones el uso de la negación está justificado. Otras muchas veces es simplemente el fruto de la inercia jurídica, cierta pereza intelectual o falta de tiempo para pensar algo dos veces y hacerlo más simple.

Es recomendable coger el hábito de redactar siempre en positivo. Las frases afirmativas suelen ser más breves y directas que las negativas. Eso dará más eficacia y persuasión a nuestras alegaciones.

Es mejor un sí que dos noes.

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