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Jurisprudencia pop

10 mayo, 2017

Pop art is for everyone (Andy Warhol)

Pop!

Me gustaría empezar esta entrada con una disculpa. Algunos me habéis tirado cariñosamente de la oreja en las redes sociales porque os tengo algo abandonados. Es verdad. Como podréis imaginar, este silencio no ha sido voluntario: he estado bastante ocupado en las últimas semanas. He tenido que enfrentarme de forma muy seguida a tres recursos de casación. Ha sido una experiencia muy enriquecedora en la que he tenido que aplicar los nuevos criterios de admisión del Tribunal Supremo (que incluye el límite de extensión de 25 páginas). Prometo compartir con vosotros en otro post algunas de las técnicas y truquillos que he leído por ahí sobre cómo escribir para optimizar los folios disponibles.

Dicho esto, hacía tiempo que quería escribir algo sobre citas judiciales. No me refiero a las reseñas habituales de leyes, reglamentos o sentencias. Me refiero a esas citas coloridas de libros o películas que a veces nos regalan los jueces del otro lado del Atlántico.

En Estados Unidos va ganando fuerza una tendencia que lleva a incluir en las sentencias referencias a la cultura popular. Los jueces que recurren a esta técnica buscan superar la barrera del gueto jurídico y llegar a otro tipo de lectores. También buscan (como es obvio) imprimir en sus resoluciones una voz o un estilo propio. Un toque de autor. Teniendo en cuenta el nombre de este blog, me ha parecido un tema de lo más oportuno para volver al ruedo.

Como a estas alturas probablemente habréis descubierto, soy como una pequeña urraca del Derecho que acumula en su nidito los hallazgos jurídicos que le parecen más llamativos. Comparto con vosotros algunas de mis adquisiciones recientes:

Brindemos.

A veces los abogados tenemos que acudir a un argumento de tipo histórico para defender una determinada interpretación de la norma. En estos casos, nos vamos a la hemeroteca para buscar en la tramitación parlamentaria una manifestación que respalde nuestra tesis. El juez Leventhal tuvo el acierto de decir que la invocación de la historia legislativa es «el equivalente a entrar en una fiesta abarrotada y mirar por encima de las cabezas de los invitados para localizar a tus amigos».

Con este contexto, el juez Stephen Dillard de la Corte de Apelaciones de Georgia (@JudgeDillard) ha tenido la gracia de relacionar esta conocida anécdota jurídica con la popular serie de televisión de los ochenta “Cheers” y su famosa canción “Where everybody knows your name” (“donde todos conocen tu nombre»). El terreno de juego no era fácil, ya que la sentencia trataba sobre la interpretación del alcance del indulto concedido a un preso rehabilitado. En el caso, las autoridades defendían la interpretación de un determinado término del indulto en base al uso de la palabra contenida en una página web del Estado y en otra de una ONG dedicada a la defensa de presos injustamente  condenados.

Este es el pasaje clave de la sentencia:

“Si la historia legislativa es «el equivalente de entrar en una fiesta abarrotada y mirar por encima de las cabezas de los invitados para sus amigos», entonces el uso de lenguaje oficioso de un sitio web para interpretar el significado de un precepto, norma o indulto es el equivalente a irte de la fiesta, dejar de lado los locales que no te gustan e ir directamente al pub «donde todos conocen tu nombre» y siempre te dicen lo que quieres oír. Si lo primero es cherry picking (algo así como coger del árbol las cerezas que más te gustan), entonces lo segundo es un huerto infinito lleno de posibilidades interpretativas”.

 Cheers

Una de alienígenas

Si la cita del juez Dillard puede hacerte sonreír, la del juez Owens (Noveno Circuito, Costa Oeste) te puede dejar con los ojos como platos. Recientemente el juez John B. Owens ha emitido un voto particular en un caso que trataba el grado de protección (clemencia) que debía darse a los denunciantes de malas prácticas financieras (whistleblowers) al amparo de la ley Dodd-Frank.  El magistrado hace un juego de manos rápido y se saca de la manga una cita sorprendente de un clásico del cine de terror. Como los lectores más cinéfilos ya saben, en “La Cosa” («The Thing») un grupo de científicos descubre en la Antártida una forma de vida extraterrestre parasitaria que asimila otros organismos. La criatura es capaz de imitar personas o animales mediante un proceso de mutación celular. Esta habilidad confunde a los humanos y les lleva a una situación de paranoia en la que nadie se fía de nadie. Por eso, los científicos deciden ponerse en cuarentena en su base para evitar que La Cosa salga de la Antártida y destruya la raza humana.

En el caso que resolvió el Noveno Circuito, la opinión mayoritaria que interpreta el artículo de la ley Dodd-Frank se basa en un precedente del Tribunal Supremo (King v. Burwell, 2015) que establecía que “el significado de un término en un pasaje de una ley ‘puede significar otra cosa’ en otro pasaje”  («the use of a term in one part of a statute ‘may mean a different thing’ in a different part»).

En su voto discrepante (de un solo párrafo) el juez Owens dice esto:

En mi opinión, debemos poner en cuarentena a King y limitar el peligro potencial de su doctrina mutante a los hechos concretos de ese caso para evitar una disrupción jurisprudencial a nivel celular (Cf. La cosa, de John Carpenter, Universal Pictures, 1982).

Teniendo en cuenta el contexto cinematográfico: ¿la cita judicial os parece forzada o es un golpe de genialidad? Eso lo dejo a vuestro criterio. En ocasiones la línea que separa el toque de autor del exhibicionismo judicial es delgada.

La Cosa

Spiderman se cuela por la ventana del Supremo.

Uno de los jueces que tiene más seguidores por su particular estilo de redacción es la juez Elena Kagan, del Tribunal Supremo estadounidense. Según ella misma ha reconocido, es fan de los cómics y de las películas basadas en cómics. Por eso, la resolución del asunto Spiderman le vino como un guante. Literalmente.

El litigio enfrentaba a Marvel y la empresa que inventó y patentó un guante que lanzaba telaraña con un simple gesto, similar al que hace el hombre araña. Para poner fin a las diferencias, las dos compañías llegaron a un acuerdo económico para el pago de un canon. Cuando expiró la patente del juguete, Marvel dejó de pagar y empezó el conflicto. El Tribunal, amparándose en un precedente de 1964, concluyó que los titulares de patentes no pueden reclamar beneficios después de la fecha de expiración de la patente.

En la redacción de la sentencia, Kagan incluyó varios juegos de palabras y guiños al mundo del cómic como la afirmación de que «las patentes otorgan a sus titulares ciertos súper-poderes, pero sólo por un tiempo limitado».

Sin embargo, la frase que causó más sensación y llegó a los grandes medios de comunicación (como la cadena SER) fue la oportuna cita del lema más conocido del hombre-araña:

«Lo que podemos decidir, podemos dejar de decidirlo», concluyó Kagan. “Pero el principio stare decisis [sujetarse a lo ya resuelto] nos indica que debemos ejercer esa autoridad con moderación”. Cf. S. Lee y S. Ditko, Amazing Fantasy No. 15: «Spiderman,» p. 13 (1962) («En este mundo, un gran poder lleva también una gran responsabilidad»).

 Spiderman

¿Y en España?

No se puede decir que en España haya (todavía) una tendencia pop parecida. Los jueces que están desarrollando una voz personal suelen dejar el efectismo para otro tipo de escritos distintos de las sentencias (principalmente páginas web y blogs). Todo llegará. En la literatura y el cine podemos encontrar multitud de citas que aúnan justicia y sentido común. Usadas con prudencia y rigor, pueden servir al juez para explicar su criterio, insuflar un poco de vida al texto y facilitar que el lenguaje judicial sea más comprensible para el ciudadano medio. A fin de cuentas, como dijo Warhol, el arte pop es para todos.

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