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¿Cómo redactaría Steve Jobs una demanda?

28 abril, 2015

El equipo de diseño de embalaje (“packaging”) de Apple volvió de la presentación que habían hecho a Steve Jobs. Sus caras eran un poema y revelaban el fracaso.
-¿Qué tal ha ido?
– Bueno, Steve nos fustigó con la Vara de la Simplicidad (Simple Stick”).

Traducción: Steve Jobs había rechazado su propuesta, no porque fuera mala sino porque el equipo no había destilado la idea hasta su última esencia. Es conocida la obsesión que tenía el genio de Apple por la sencillez en todos los aspectos de la firma.

El equipo de diseño había trabajado en los últimos meses en dos modelos de embalaje para dos versiones distintas del producto.

– Combinadlas: un producto, un embalaje –había sentenciado Jobs.

La reunión había terminado tan solo diez minutos después de que empezara. Jobs también estaba obsesionado con la eficiencia en las reuniones. Sin convidados de piedra, sin power-points, sin distracciones. Incluso sin modales.

Steve Jobs tenía razón. Su visión de la presentación del producto era más simple, más rápida. Mejor. El encuentro dejó a un equipo de profesionales de gran talento preguntándose por qué no habían pensado ellos eso antes.

Esta anécdota la cuenta Ken Segall en su libro “Insanely Simple”.

Para el fallecido directivo, la línea más corta entre dos puntos era siempre la recta, y todo lo que le hiciera desviarse de esa trayectoria era una burda pérdida de tiempo y de recursos. Jobs detestaba todo aquello que no rayara la excelencia y asociaba la complejidad con mediocridad y falta de claridad mental.

Con ese estilo Jobs convirtió una empresa al borde de la quiebra en la compañía más valiosa del mundo.

La lucha contra la Complejidad puede librarse en la empresa, pero también en el campo de la redacción jurídica. De hecho, en los tribunales estamos rodeados por una artificiosidad innecesaria: providencias prescindibles, vocabulario arcaico, citas de jurisprudencia interminables, razonamientos alambicados, sentencias farragosas.

A los abogados a veces se nos hace cuesta arriba leer textos jurídicos. Por eso, debemos comprender que a los jueces les ocurra lo mismo con nuestros escritos. Eso nos brinda una excelente oportunidad para distinguirnos del abogado contrario. Evitar al juez dedicarnos más tiempo del estrictamente necesario y ahorrarle algunos bostezos puede atraernos su simpatía y, sobre todo, su atención.

La regla de oro sería la que fijó otro genio, Albert Einstein:

«Todo debe hacerse lo más simple posible, pero no más sencillo».

La búsqueda de la simplicidad como vía para alcanzar la eficiencia también es útil para los que no somos unos genios y tenemos la difícil tarea de convencer a un juez para que nos dé la razón. Para ello tenemos que descomponer el argumento en sus distintas partes y niveles, buscar la síntesis, eliminar lo superfluo, simplificar las oraciones, eliminar el “mayor abundamiento” si realmente no aporta nada original, evitar los formalismos y los latinajos y un largo etcétera. Un verdadero reto para un artesano legal.

Un juez del Tribunal Supremo de Wisconsin lo expone así:

«Un abogado debería redactar sus escritos en un nivel que lo entendiera un estudiante de último curso de instituto. Ésa es una buena regla de oro. También ayuda al escritor. Trabajar duro para simplificar un escrito es tremendamente gratificante porque ayuda al abogado a entender el asunto. Al mismo tiempo, ganas puntos ante el tribunal”. Mark Rusk, Mistakes to Avoid on Appeal, ABA J., Sept. 1988 at 78, 80 (citando a William Bablitch)

Otro juez muy mordaz, Alex Kozinski, lo dice con más gancho:

Recuerda que los argumentos simples son argumentos ganadores, los argumentos enrevesados son pastillas para dormir de papel (Bad stuff: How You Too . . . Can Lose Your Appeal, 23 Montana Law R. 5, 6 (Oct. 1977)

Así piensan los jueces. Yo reconozco que me cuesta mucho simplificar los escritos e ir al grano. Dedico gran parte de mi tiempo a litigios financieros y a recursos de casación. Como la materia es compleja, en ocasiones me resulta muy difícil sacar las tijeras para reducir el número de páginas y el uso de jerga técnica. Sin embargo, el hecho de que el camino sea difícil no debería hacernos olvidar hacia dónde debemos dirigir nuestros pasos. Para eso debemos fustigarnos de vez en cuando con la Vara de la Simplicidad.

Igual que hacía Steve Jobs antes del lanzamiento de un nuevo producto, los abogados también podemos simplificar el envoltorio de nuestros argumentos.

 

 

 

2 respuestas a “¿Cómo redactaría Steve Jobs una demanda?”

  1. José Luis de Castro dice:

    El problema está en que simplificar exige trabajar mucho, muchísimo, más! ¡Enhorabuena por el post, y por la web!

  2. Alfonso Paredes dice:

    Enhorabuena. Simple (pero no sencillo) el post, como el resto de la web. Comparto tus inquietudes profesionales (la expresión «litigio de autor» me parece todo un hallazgo), y en especial la obsesión por simplificar nuestros escritos y actuaciones. Hay mucha paja. La leyes procesales no exigen ni la cursilería ni lo vetusto. Saquemos las tijeras. ¡Ea! AP.

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