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Apple vs Samsung: la retórica del miedo

6 julio, 2017

Hace unos meses se publicó la esperada sentencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos sobre el litigio que enfrentaba a Apple y a Samsung por la imitación de componentes del iPhone. Hacía 120 años que el Tribunal Supremo no estudiaba un caso de patentes. La última vez que lo hizo fue en la década de 1870 para mediar en una disputa sobre el diseño de los mangos de unas cucharas. Así que pensé que este caso debía tener algo especial.

Además, la disputa de los dos colosos tecnológicos por una indemnización multimillonaria era una garantía de que los abogados contratados iban a ser los mejores del país. Como aprendiz inquieto que soy, sospechaba que en sus escritos iba a encontrar buenos materiales para mejorar algunas técnicas de argumentación.

En los últimos días he dedicado unas cuantas horas libres a localizar y estudiar el recurso de Samsung y la oposición de Apple. El tiempo invertido ha merecido la pena. Os explico brevemente mis descubrimientos.

El contexto del caso.

En el año 2011 Apple acusó a Samsung de haber plagiado determinados componentes de sus teléfonos móviles y de haber obtenido beneficios ilícitos por medio de una infracción de las patentes de sus iPhones.

Para ello, invocaba el artículo 289 de la Ley de Patentes que establece que quien fabrica o vende «cualquier producto manufacturado al que se haya aplicado [un diseño patentado] o una imitación engañosa será responsable ante el propietario por el importe de su beneficio total».

El juzgado de instancia y el tribunal de apelación dieron la razón a Apple y condenaron a la empresa coreana a pagar 399 millones de dólares. Esta indemnización equivalía al beneficio total obtenido por Samsung por la comercialización de los modelos infractores.

Samsung no se conformó con este resultado y cuestionó ante el Tribunal Supremo la regla del beneficio íntegro aplicada por el tribunal de apelación. Samsung sostenía que, en un producto multi-componente como un teléfono móvil, el término “producto manufacturado” debía interpretarse como referido únicamente a la parte afectada y no a todo el producto. Así, si se determinaba que Samsung había copiado algunos componentes del teléfono, la indemnización debía reducirse al beneficio que correspondería proporcionalmente a esos componentes, pero no a todo el margen obtenido con el móvil.

El Tribunal Supremo estimó el recurso de Samsung por unanimidad. ¿Qué decantó su opinión?

Samsung: la galería de los horrores.

El recurso de Samsung está firmado por Michael Zeller, especialista en litigios de propiedad intelectual y socio de la firma Quinn Emmanuel. El escrito dedica buena parte de su argumentación a desgranar las terribles consecuencias a las que puede llevar la regla del beneficio íntegro en un litigio de patentes. El vocabulario que utiliza Zeller es intencionalmente tremendista:

«La regla del beneficio íntegro del Circuito Federal conduciría a indemnizaciones desproporcionadas en cualquier caso que involucre (como aquí) una patente de diseño que reivindique sólo un pequeño componente del diseño general de un producto. Los acusados ​​de vulnerar una patente de diseño tendrían que entregar toda la ganancia obtenida con la venta de un ordenador por la infracción de un solo icono de la interfaz, todos los beneficios de una embarcación por la infracción una patente sobre el diseño de un parabrisas marino, todos los beneficios de un coche por infringir un diseño patentado del reposa-vasos, y así sucesivamente».

«La perspectiva de llegar a resultados tan absurdos no es hipotética. La decisión del Circuito Federal ya ha provocado un aumento de litigios en los que se solicitan o conceden indemnizaciones desproporcionadas».

«Además, la regla del beneficio íntegro incentivará los litigios costosos y la duplicidad de reclamaciones. Esta regla parece permitir múltiples indemnizaciones a favor del fabricante por un mismo producto. Por ejemplo, un fabricante de barcos cuya embarcación se considere que infringe las patentes de diseño de componentes separados como el parabrisas, el techo y el asiento podría tener que pagar tres veces todos los beneficios por la venta del barco».

«La regla del beneficio íntegro perjudicará a la innovación, la competencia y las pequeñas empresas. (…) Las empresas utilizarán la amenaza de una indemnización potencialmente devastadora como una herramienta para ahogar la competencia en el mercado. Los «trolls de patentes» se apropiarán de las patentes de diseño como su nueva arma preferida. Y se animará a los emprendedores a concentrar sus energías en diseños menores en lugar de en tecnologías rupturistas, dado el mayor valor litigioso que tendría incluso la patente de diseño más trivial».  

«Según han reconocido los comentaristas, la regla del beneficio íntegro conduciría inexorablemente a «una explosión de reclamaciones y demandas de patentes de diseño«, dada la potencia y la presión que los titulares de patentes de diseño pueden ejercer ahora».

El equipo de Zeller utiliza una técnica de retórica que se llama la “galería de los horrores”. El nombre está basado en los desfiles o circos de artistas ambulantes que se vestían con disfraces grotescos el día del Cuatro de Julio. En el campo de la argumentación, es un tipo de argumento hiperbólico que se basa en la advertencia de los efectos calamitosos o indeseables a los que puede conducir una determinada decisión. Su poder radica en el impacto emocional de las predicciones catastróficas.

Apple: la seguridad de una jurisprudencia centenaria.

Ante el paisaje apocalíptico que dibuja el recurso de Samsung, el escrito que firma Harold J. McElhinny (socio de Morrison & Foerster) intenta oponer hechos para refutar un discurso basado en una falacia exagerada y opone el miedo a romper una tradición centenaria de aplicación pacífica de la norma. Apple advierte al Tribunal Supremo que una interpretación de la norma distinta a las tesis que ellos defienden supondría algo tan peligroso como “reescribir” una ley de más de un siglo de antigüedad.

El equipo de Apple afirma que “la galería de los horrores hipotéticos de Samsung no justifica reescribir el artículo 289” de la Ley de Patentes:

«Samsung sostiene que la regla del beneficio íntegro del tribunal de apelación «conducirá a indemnizaciones desproporcionadas, creará el riesgo de múltiples indemnizaciones y perjudicará la innovación y la competencia. Estas predicciones están basadas en una visión errónea y exagerada de la decisión del Circuito Federal. El Circuito Federal no ha vulnerado ninguna doctrina, simplemente ha aplicado la interpretación consolidada de la regla del beneficio íntegro codificada en el artículo 289″.  

«Si esa regla condujera verdaderamente a la política desastrosa que Samsung afirma, seguramente habríamos visto pruebas de los desastrosos resultados que Samsung pronostica. Que la regla del beneficio íntegro no ha sido un problema en los 130 años que han pasado desde que el Congreso la promulgó, confirma que los temores de Samsung son infundados».

«Samsung amenaza con que la decisión del Circuito Federal impedirá “la competencia y la innovación”. De nuevo, Samsung ignora que ninguno de estos horrores se han producido en los casi 130 años que han transcurrido desde que el Congreso aprobó el remedio del beneficio íntegro».

«El argumento de Samsung de que la regla del beneficio íntegro convertirá las patentes de diseño en la nueva arma preferida para aplastar a los nuevos participantes en el mercado se basa en sus asunciones erróneas de que el remedio es nuevo y que autoriza indemnizaciones desproporcionadas. Pero el remedio tiene más de un siglo (…)  Samsung, una empresa Global 500 con alcance mundial, optó deliberadamente por copiar las innovaciones de su competidor más directo, se benefició enormemente de dicha infracción, se negó a dejar de copiar, incluso después de haber sido informado de los derechos de Apple sobre la patente de y ha sido declarado responsable de manera concluyente por todos los jueces de este caso. Esa es exactamente la situación que el Congreso tenía en mente cuando promulgó el artículo 289. Este Tribunal no debe reescribir la ley para salvar a Samsung de las consecuencias de su propia mala conducta».

La retórica del miedo.

Después de leer los escritos de Apple y Samsung me ha llamado la atención que ambos recurrían como principal argumento al miedo que podían tener los jueces del Tribunal Supremo por las consecuencias de su decisión. Los dos equipos de abogados sabían que el caso que tenían entre manos era objeto de atención mediática mundial y que sus efectos podían cambiar el panorama judicial en materia de patentes. Simplemente querían que el miedo decantara la decisión a favor de su cliente.

¿Tiene esto sentido?

Ross Guberman es un gurú de la redacción jurídica. Es el autor del libro Point made. How to write like the Nation’s top advocates. En este manual práctico define varias técnicas de persuasión escrita.

La estrategia de los equipos legales de las dos multinacionales es un ejemplo de libro de lo que él llama la técnica del “¿Por qué debería preocuparme?”. Esta técnica está basada en el consejo de la juez de apelación Patricia Wald que recomienda a los abogados explicar “por qué es importante que el tribunal nos dé la razón, en parte explicando las consecuencias que se producirán si no nos la da” (Patricia M. Wald, 19 tips from 19 years on the Appellate Bench).

Según Guberman, “esta técnica te obliga a levantar la cabeza por encima de las leyes y del expediente judicial para dibujar, en palabras del juez Stephen Anderson, ‘una galería de horrores o una situación final absurda, inmanejable o insostenible para mostrar la falacia de un argumento contrario cuando se lleva a su última consecuencia lógica. (…) Debes activar al menos uno de estos tres miedos judiciales:

1) El miedo a malinterpretar una doctrina o precepto.

2) El miedo a crear nuevas obligaciones, reglas o defensas.

3) El miedo a alcanzar un resultado injusto o a causar daño”.

¿Os suena?

En su estrategia, Samsung jugaba a despertar en el Supremo el miedo del epígrafe 3), mientras que Apple intentaba contrarrestarlo apelando al miedo del epígrafe 1).

El resultado final demuestra que el miedo al desastre puede acabar siendo un buen argumento en un mundo de orden como es el judicial. Por eso, en ocasiones, soltar una caravana de monstruos en las salas de mármol puede ser muy persuasivo. A fin de cuentas, ningún juez quiere que su decisión acabe conduciéndonos a una pesadilla de Tim Burton.

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Una respuesta a “Apple vs Samsung: la retórica del miedo”

  1. […] otro caso que también hemos comentado en estas páginas (Apple vs. Samsung), el coloso de California sostenía que la multinacional coreana había plagiado el diseño de sus […]

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